Cuando escribimos con bolígrafo y nos equivocamos agitamos nuestro “tipex”, pintamos de blanco el error, esperamos a que se seque y ya está, a escribir encima.
Antes de que existiesen los ordenadores con sus impresoras, todos los trabajos se hacían a máquina de escribir. Si te equivocabas tenías dos soluciones: o poner una X encima del error, o sacar el papel, tirarlo a la papelera y vuelta a empezar.
Fue la secretaria Bette Nemisth Graham, nacida en Dallas en 1924, quien puso fin a este gasto de papel y de tiempo. Ella era artista, pero recién divorciada y con un hijo pequeño tuvo que buscar trabajo fuera del mundo del Arte. Aprendió a escribir a máquina y consiguió un puesto en el “Texas Bank & Trust”. Tanto le molestaba tener que desperdiciar papel por las equivocaciones al escribir, que decidió aplicar sus conocimientos en pintura. Mezcló témpera con agua en la batidora y rellenó pequeñas botellitas etiquetadas con “Mistake Out”.
Los beneficios eran cada vez mayores y la fabricación se extendió por todo el mundo. Con esta idea creó dos fundaciones para “apoyar al bienestar de las mujeres y generar más esfuerzos en los negocios y las artes”.