El Patrimonio Histórico, escuela de ciudadanos del siglo XXI
Las investigaciones patrimoniales ‘viven’ diluidas en las parcelas propias de las distintas disciplinas que tienen como objeto de estudio el patrimonio –antropología, documentación, museística…-; disciplinas que están forzadas a encontrarse bajo un objetivo común: el conocimiento, la comprensión, la valoración y la gestión del patrimonio por parte de la ciudadanía.
En el ámbito de la didáctica de las ciencias sociales, la exclusividad de enfoque no ha sido menos. La educación patrimonial se ha convertido en una parcela no relacionada con el propósito último de la didáctica específica: comprender nuestro pasado para comprender nuestro presente, y a partir de ahí, construir nuestro futuro.
El elemento patrimonial se asocia a cuestiones identitarias, usándose para reforzar identidades estables y unificadoras que corresponden con la identidad nacional. Este uso del patrimonio, de carácter simbólico y emotivo, entra en directa relación con la forma tradicional de enseñar la historia: la historia de la narrativa maestra, del discurso único y cerrado.
Los fuertes y continuos cambios sociales que hemos experimentado, especialmente en las últimas décadas, han hecho necesario un replanteamiento de los objetivos educativos. Las identidades nacionales resultan insuficientes en un mundo global donde la diversidad impera en cada pueblo. Necesitamos identidades ‘acogedoras’, que vean en la diferencia la normalidad. Sin embargo, este tipo de construcción de identidad, muy relacionada con la disciplina histórica, es incompatible con la enseñanza tradicional.
Construir el discurso histórico se convierte, en este marco, en el método más idóneo; aún más si tenemos en cuenta que en dicha construcción quedarán implicadas las competencias que esperamos del ciudadano del siglo XXI. Pasar de la enseñanza transmisora al aprendizaje basado en problemas supone pasar de pedir al alumnado habilidades memorísticas a requerirle un desarrollo en su pensamiento, tanto de habilidades metódicas como de habilidades creativas.
El alumno ha de ser capaz de hacerse preguntas, interpretar la información, deducir las respuestas, elaborar un discurso propio y cuestionárselo. El patrimonio es, en este marco de comprensión de la enseñanza, una fuente histórica útil, que no solo se valora porque nos pertenece sino porque nos ofrece información válida para entender el contexto histórico-social donde se originó y, por lo tanto, lo que somos.
Por ello, el objetivo en el que trabaja Anabel Ponce, del departamento de Didáctica de las Ciencias Matemáticas y Sociales de la Universidad de Murcia, es conocer cuál es el grado de desarrollo en este aspecto en el alumnado del IES Rambla de Nogalte, en Puerto Lumbreras. Lo que se quiere llevar a cabo con este proyecto, es saber las habilidades de pensamiento científico, crítico y creativo del alumnado, y a partir de este dato, diseñar propuestas didácticas válidas que promuevan su desarrollo y lograr con ello ciudadanos críticos que valoren su patrimonio desde su utilidad.
Ana Isabel Ponce Gea disfruta de un contrato predoctoral de la Fundación y actualmente está contratada en la Universidad de Murcia.