El 31 de diciembre de 2019, la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (Hubei, China) informó a la OMS sobre 27 casos de neumonía de etiología desconocida,CON un nuevo virus de la familia Coronaviridae denominado SARS-CoV-2 como posible cuasante. El cuadro clínico asociado a este virus se ha denominado COVID-19. Recientemente se ha revisado el papel del laboratorio clínico en esta pandemia y numerosas pruebas de laboratorio han sido propuestas como predictores de la severidad de la infección por SARS-Cov-2 (3) y han sido incluidas en perfiles analíticos que permitan estratificar precozmente el riesgo del paciente COVID-19. Sin embargo, estudios recientes no han confirmado el valor de algunos de estos marcadores e incluso el meta-análisis de Ebrahimi et al. sugiere la ausencia inicial de alteraciones analíticas significativas, que sí aparecerían con la progresión de la enfermedad. Menos conocido es el posible valor de otras pruebas de laboratorio, tanto bioquímicas, como la fracción media de la proadrenomedulina (MR-proADM) o la fracción amino terminal del péptido natriurético tipo B (NT-proBNP), hematimétricas, como el Cell Population Data (CPD), y microbiológicos, como la carga viral en la muestra respiratoria. Además, la carga viral elevada y mantenida del SARS-nCoV2 en muestras respiratorias se ha relacionado con la severidad del COVID-19 al diagnóstico y con el desarrollo de complicaciones durante la hospitalización (32-34). A pesar de estos hallazgos, los datos relacionados con la carga viral (p.ej. Ct, Ct, 2^ Ct) no suelen reportarse en los informes de laboratorio y se desconoce su correlación con parámetros bioquímicos o de hemograma. Por lo tanto, el presente proyecto tiene como objetivo evaluar la utilidad de marcadores emergentes bioquímicos, como MR-proADM y NT-proBNP, hematimétricos, como el Cell Population Data, y microbiológicos, como la carga viral en la muestra respiratoria, para la estratificación precoz de la severidad de la infección por SARS-Cov-2.