La situación excepcional actual, nos está haciendo cambiar nuestra forma de estar y de relacionarnos con el mundo, teniendo consecuencias impensadas y relevantes, provocando cambios en todas las esferas de nuestra vida, en nuestra manera de morir y despedir a nuestros muertos. Cambian nuestras rutinas, hábitos, costumbres, forma de pensar, forma de relacionarnos, lo que nos ha obligado a fomentar estrategias de adaptación.
En la situación de confinamiento, muchas personas fallecieron a causa del coronavirus, pero otras muchas lo hicieron por el curso natural de la vida. La posibilidad de despedirnos se vio eliminada, de forma justificada, para evitar males mayores. Actos alrededor de la pérdida tan significativos para el doliente como disponer del apoyo social en unos momentos tan difíciles o poder desarrollar con normalidad los rituales propios de nuestra comunidad (velatorios, ceremonias religiosas o rituales familiares…) son muy importantes para que el proceso de duelo sea normal y no se convierta en un duelo complicado. Sin embargo, el Estado de Alarma decretado y las exigencias sanitarias actuales han limitado en gran medida estas expresiones que validan el dolor y el sentimiento de pérdida de la persona doliente y, por eso, dificultan la elaboración de un duelo normalizado.
Perder a alguien, es una experiencia que necesita ser compartida, acompañada… Todo esto hace que no nos sintamos solos ante el dolor y este dolor tiene un impacto en los demás. El apoyo emocional recibido en estos primeros momentos es crucial, pudiendo dificultar o favorecer el proceso de duelo posterior.
Como antecedentes al tema central del proyecto comenzaremos diciendo que para acostumbrarnos a una pérdida afectiva, funcional, social o de cualquier otro tipo es necesario un proceso de formación de duelo el cual nos permita adaptarnos a una forma de vida que en algunas ocasiones es diferente a la que nosotros estamos acostumbrados.
Cuando surge una pérdida ya sea de carácter afectivo, funcional, social o de cualquier otro tipo, esta va acompañada de un proceso de duelo, el cual nos permite adaptarnos a una forma de vida que en algunas ocasiones es diferente a la habitual. Este proceso de duelo no solo se da en contextos relacionados con la muerte, sino en otros contextos como pueden ser: una mudanza o pérdida de una vivienda, el extravío de un móvil o sus contactos, la pérdida del trabajo, salida de un país, o en el caso de una persona mayor, el ingreso en una residencia de ancianos, etc. Perder duele, y nacer es estar expuesto a las pérdidas, y el duelo es el precio que debemos pagar por querernos.
En esta investigación se pretender estudiar si existen unas características del proceso del duelo por pandemia y aislamiento para un mejor conocimiento del proceso y adecuada gestión del abordaje terapéutico.