“Señorita por favor ¿me pone con el 573?”
Y al otro lado del teléfono la señorita introducía una especie de enchufe con cable en el número 573 para que tú pudieses hablar con la familia que tenía ese número. Y es que los teléfonos no tenían teclas ni rueda de marcación. En las pocas casas que había teléfono fijo había que descolgar y pedir comunicarse con el número deseado.
Erna Schneider Hoover, historiadora y filósofa (Nueva Jersey, 1926) trabajaba como profesora en la Universidad de Yale hasta que se trasladó con su marido a Nueva Jersey para trabajar en Bell, una conocida empresa de telefonía.
En aquellos lugares se producían tal cantidad de llamadas que era imposible atenderlas a todas. En 1965, la empresa anunció su proyecto de computación electrónica que solucionaba el problema y revolucionó la comunicación telefónica. Pues bien, la patente del sistema era precisamente de Erna Schneider. Era la patente número 3.623.007. Erna recibía a los abogados de la empresa en su casa para firmar los papeles de su patente, porque se encontraba de baja por maternidad de su segunda hija.