A principios del siglo XX, las mujeres elegantes llevaban unos incómodos corsés de ballenas metálicas que había que ajustarlos con unas cuerdas. La finalidad era estrechar la cintura hasta tamaños poco saludables y elevar el busto.
En 1913, la dama neoyorkina Mary Phelps Jacob se estaba colocando un elegante vestido de noche que dejaba ver el contorno de su corsé. Con dos pañuelos de seda blanca, una cinta y un cordón, improvisó y patentó el primer sujetador. Más tarde cedió los derechos de su patente a la Warner Brothers Corset Company.
A pesar de que en los años 60 las jóvenes quemaban sus sujetadores como símbolo de liberación femenina, esta prenda nació para liberarlas del corsé y sus perniciosos efectos sobre la salud.