Margarita Salas es una doctora en Bioquímica que nació en 1938 en Canero, un pueblecito muy pequeño de Asturias, tan pequeño como el virus que estudia, el ɸ29.
No, no es un virus malo que produce enfermedades. Es un virus con cola y una cabeza donde tiene enrollado un ADN. Para reproducirse, se pega con su cola a una bacteria y le inyecta el ADN. Una vez dentro, la bacteria es obligada a fabricar muchas copias de ɸ29, que salen al exterior al estallar la bacteria.
Gracias a la investigación de Margarita Salas otros investigadores han podido avanzar en los estudios del ADN, entre ellos Kary Banks Mullis, Premio Nobel de Química en 1993.
Apoyada siempre por su marido, también científico, Margarita Salas ha sido siempre fiel a sus ideas: “El investigador tiene que ser riguroso, tener libertad e imaginación y estar dispuesto a que el inmenso placer de investigar guíe su vida. El trabajo es duro, pero la recompensa merece la pena”