Dicen que la creatividad nació cuando el hombre se enfrentó a su primer problema. Y gracias a la creatividad de unos pocos, el resto de la humanidad podemos solucionarlos.
Mientras el padre y el tío de Maion Donovan desarrollaban el torno curvado para pulir parte de los coches y de los cañones de las pistolas, ella, cansada de lavar los pañales y sábanas de sus hijos, diseñaba y perfeccionaba una cubierta impermeable, inventando los pañales desechables.
Después de vender esta y alguna otra patente, obtuvo una Maestría en Arquitectura con cuarenta y un años. Eran solamente tres mujeres en su clase.
Muchos de sus inventos fueron soluciones para la vida diaria en la casa, como una jabonera que se escurría en el fregadero, un gancho compacto para colgar treinta prendas, un hilo dental… Ante todos estos inventos surgen los tópicos irónicos de “cosas de mujeres” y “eso también lo invento yo”. Ni uno ni otro es cierto. Si puedes inventar cosas tan útiles, adelante, la sociedad te lo agradecerá.