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La "Súper-conexión" a estudio en la Universidad de Missouri

En marzo de 2019 se incorporó a la Universidad de Missouri en Estados Unidos, donde investiga acerca de los nuevos entornos en red y la adolescencia, por favor explíquenos su investigación:

F.S. ¿Cuál es el fin último de su investigación?

C.L. Efectivamente, me incorporé al departamento de desarrollo humano y ciencias de la familia con el Dr. Carlo para llevar a cabo el proyecto financiado por la Fundación Seneca que tiene como objetivos dar a conocer si el hecho de estar conectados de forma permanente a redes sociales como les ocurre a los nuevos adolescentes que ya han nacido en la era digital está teniendo un impacto en la salud psicológica y en los procesos de construcción de la propia identidad y conocer la capacidad que tienen las familias y los grupos de amigos para amortiguar las  posibles consecuencias negativas de la “súper-conexión”.

Para lograr dar respuesta a estos objetivos hemos diseñado una investigación que contempla los contextos del adolescente (exposición a redes, relación con familiares y relación con amigos), variables personales que, dependiendo de cómo funcionen en cada adolescente pueden suponer una protección o una vulnerabilidad (capacidad para autorregularse, personalidad, autopercepción, etc.) e indicadores de salud y no salud (como depresión, riesgo suicida, agresividad, satisfacción, ansiedad, etc.). Además, contemplamos la variable prosocialidad tanto en sus componentes de razonamiento como de conducta y esperamos obtener resultados positivos respecto a su capacidad protectora de la salud psicosocial y, por ende, como vía para el trabajo de prevención respecto a las consecuencias negativas de la exposición excesiva a redes sociales. Esperamos poder exponer las primeras conclusiones en el San Diego el próximo marzo 2020 en el congreso bianual de SRA (society of Research adolescence).


F.S.
Aunque se desconocen actualmente sus consecuencias, ¿son conscientes los adolescentes, sus padres y educadores de las posibles “secuelas”?

C.L. Las redes sociales no son un enemigo o una herramienta a eliminar, si se utilizan bien. Sin necesidad de hacer una búsqueda profunda, encontramos testimonios de personas a las que las redes sociales les han ayudado de algún modo u otro. Incluso hay investigaciones sobre el uso de redes sociales en personas con trastorno del espectro autista, que muestran resultados muy positivos.

Pero por las propias características de las redes sociales donde solo enseñamos lo positivo que nos ocurre, es más difícil encontrar abiertamente testimonios de personas a las que les ha generado un daño directo o indirecto, aunque nos consta que ocurre.

En este proyecto, buscamos saber que efectos negativos tienen las redes sociales en la salud psicosocial de las personas, pero también, cuáles son aquellas características del entorno (estilos de crianza, por ejemplo) y de nosotros mismos, que van a permitir que la exposición a las redes sociales a las que estamos sometidos diariamente, no nos afecten de manera negativa.

No veo utilidad en utilizar mensajes en contra de las redes sociales, han llegado para quedarse, y probablemente, antes de que terminemos este proyecto, habrá nuevas redes sociales, y nuevas formas de interactuar con ellas. Por eso, desde la comunidad científica, hemos de ser lo suficientemente dinámicos, para analizar en profundidad estas secuelas, y además transferir lo que descubrimos a la sociedad.  Claro que cada vez somos más conscientes de que las redes sociales están cambiándonos. Alteran nuestra forma de relacionarnos con amigos y familiares. Pero más allá de esas señales como “pasar mucho tiempo conectado”, “hacer fotos bonitas para tener más likes”, o sentirnos nerviosos cuando se nos acaba la batería del móvil, con este proyecto queremos comprender si esta herramienta social, esta llegando incluso a alterar los procesos por los cuales construimos nuestra identidad, por los cuales definimos quienes somos, y también queremos conocer qué elementos de nosotros mismos podemos utilizar y potenciar, para mantener un equilibrio seguro entre la vida real  y la vida virtual.

F.S. ¿Sabe si algún Gobierno toma en consideración esta temática y desea regularla o advertir a la población sobre la conveniencia de un uso adecuado de las redes?

C.L. Si, si que hay Gobiernos preocupados por el impacto que los entornos en red esta teniendo en nuestros adultos del futuro. Es fácil entrar a la red y encontrar diferentes iniciativas que advierten sobre efectos asociados al mal uso de las redes sociales. Pero tanto Gobiernos como Científicos hemos de comprender que, en este ámbito, debemos trabajar por igualarnos a la velocidad a la que evolucionan y se transforman los entornos en red, y no solo pensar en lo que esta ocurriendo en este momento, sino analizar los patrones y adelantarnos a ellos. Hemos de comprender, que, si nuestro objetivo es la prevención y la promoción de la salud, es imprescindible conocer los mecanismos por los que las redes sociales tienen un efecto adictivo tan potente en las personas. Al final las redes sociales cubren necesidades psicológicas básicas en las personas como filiación o reconocimiento, he incluso nos permiten mostrar éxito, aun cuando no sea real, nos están permitiendo mostrar una realidad soñada como si fuera real, con refuerzos inmediatos en forma de “like”.

F.S. Pensamos en la adolescencia, pero ¿qué sucede con la infancia? El uso de las nuevas tecnologías comienza cada vez a edades más tempranas, ¿no tiene ello también implicaciones en los niños, de qué modo les afecta?

C.L. Absolutamente. Y aunque no es mi área de especialidad, me consta que hay equipos trabajando en conocer el impacto que las nuevas tecnologías tienen a edades tempranas y en encontrar un equilibrio entre lo inevitable de la presencia de las TICs desde que nacemos, y el desarrollo funcional de los más pequeños especialmente en temas relacionados con impulsividad, capacidad de concentración, creatividad, o esfuerzo. Recuerdo una noticia publicada en El País que iniciaba “Los gurús digitales crían a sus hijos sin pantallas” y las conclusiones se resumen en: “Los beneficios de las pantallas en la educación temprana son limitados, sostienen, mientras que el riesgo de adicción es alto” tal y como refleja el siguiente testimonio:

“No creemos en la caja negra, esa idea de que metes algo en una máquina y sale un resultado sin que se comprenda lo que pasa dentro (…)Lo que detona el aprendizaje es la emoción, y son los humanos los que producen esa emoción, no las máquinas. La creatividad es algo esencialmente humano. Si le pones una pantalla a un niño pequeño limitas sus habilidades motoras, su tendencia a expandirse, su capacidad de concentración. No hay muchas certezas en todo esto. Tendremos las respuestas en 15 años, cuando estos niños sean adultos. ¿Pero queremos asumir el riesgo?”. Pierre Laurent, padre e ingeniero informático en Silicon Valley.

En el que para mi venia a decir que, ni siquiera en Sillicon Valley se conoce aún el impacto de esta superconexión a largo plazo, pero prefieren no correr el riesgo.

Clara López, posdoctoral de la Fundación Séneca investiga en la Universidad de Missouri en Estados Unidos.