Más que
una revista de divulgación científica, Pardina considera que dirige
"una revista de ciencia popular". Los datos le dan la razón.
Muy Interesante no sólo es la publicación mensual más vendida
del país, sino
que, tras Pronto y Hola, mantiene el tercer puesto de todas las revistas en general.
Pardina ha intervenido en el I Curso de Periodismo Científico para Profesionales
de los Medios de Comunicación de la Región de Murcia, organizado
por la Fundación Séneca-Agencia Regional de Ciencia y la Tecnología;
una iniciativa que considera "muy necesaria", ya que "en España
no hay más de media docena de cursos, de masteres, de postgrado o de programas
de preparación específica para la divulgación científica
de profesionales de los medios de comunicación". Pregunta. La
relación entre el periodista y el científico es, en ocasiones, difícil,
hasta el punto de que algunos investigadores ni siquiera aceptan explicar su trabajo
a los medios aduciendo que la prensa los malinterpreta. Respuesta. Actualmente
hay muy buenos científicos que saben que contar lo que están haciendo
es una parte importantísima de su trabajo. Aunque es normal que, como cualquiera,
confíen más en unos medios que en otros. Nosotros [en Muy Interesante]
publicamos todos los meses una entrevista con un científico en profundidad,
y se quedan encantados, incluso quieren repetir. Hemos conseguido que los científicos
salgan no sólo del recelo que tenían ante un periodista, sino de
su máscara de seriedad. Sabemos que una entrevista con un personaje que
no es del corazón, del rock and roll ni del fútbol es difícil,
pero conseguimos que interese; de entrada fotografiándolo de una manera
distinta, en plan humorístico, con efectos especiales
y luego con
trucos del oficio: un titular que enganche a la gente, haciéndole usar
palabras que todo el mundo comprenda, y, por supuesto, sin desvirtuar el fondo
y la forma de lo que nos está diciendo. Para ello tenemos profesionales
especializados, muchos con dos carreras, y una de ellas no tiene por qué
ser la de periodismo. P. Luego está el periodista de calle, que
lo mismo escribe de economía que de política, y de pronto se enfrenta
a un científico que le recibe con recelo, actuando como si lo suyo fuese
a ser leído exclusivamente por científicos, aunque realmente lo
que el entrevistador trata de conseguir es llegar al lector común.
R. Esos son dos temas complejos y distintos. Por un lado está esa especie
de leyenda simpática de que un periodista sabe de todo y tiene que escribir
de todo, que yo creo que es una forma amable de ver un disparate profesional.
Esa idea esconde una falta de medios que es fruto de una falta de interés,
porque se piensa que la ciencia no vende. Esto no pasa en los grandes periódicos,
donde hay uno y a veces dos periodistas para ciencia. En cuanto a que el científico
sólo habla para científicos es lo que señalo que se está
terminando. No te diré que tenemos al científico mediático
con una consideración cercana a la estrella de rock, como en Estados Unidos
o en Alemania, pero aquí
hay gente como Arsuaga [responsable del yacimiento paleontológico de Atapuerca]
o [el astrobiólogo] Pérez Mercader, a la que le preocupa tanto lo
que hace como contarlo, para que además tenga una repercusión social.
Los científicos ya tienen sus revistas de referencia para dirigirse a otros
científicos. P. Actualmente muchos periódicos incluyen alguna
página dedicada a la ciencia, incluso varios publican un cuadernillo semanal
¿Podrían estos temas convertirse algún día en otra
sección más del periódico convencional, como ocurre con la
economía, los sucesos o la política? R. Ojalá, pero
Mira, el editor de páginas de ciencia del New York Times, que es el diario
de referencia en este tema, nos contaba que su suplemento sobre ciencia y tecnología
surgió por casualidad. Lo que perseguían era llenar el hueco de
un día de la semana en el que no había ningún suplemento
que generara publicidad. Dudaban entre dedicarlo a la ciencia o a la moda, y finalmente
se decantaron por la ciencia y la tecnología. Lo que ha ocurrido es que
está siendo leído, lo que genera publicidad dentro del suplemento
y mantiene a la empresa contenta con el resultado. Por eso se ha mantenido.
Si la ciencia vende, la ciencia tendrá un lugar en los medios. Ahora bien,
pienso que muchos de nuestros editores o directores son miopes, porque creo que
la ciencia, al margen de difundir el conocimiento, también puede generar
muchos lectores y producir un interés económico. Lo que hay que
hacer es tratar de olfatear lo que la gente quiere y dárselo con calidad,
con rigor. P. En ocasiones se producen novedades científicas de
gran calado que, sin embargo, no llegan a la primera plana de los periódicos,
como si existiera cierto temor a tratarlas. R. Supongo que hay un término
medio, y ese término medio lo dan los grandes diarios nacionales. La Vanguardia,
El País, El Mundo, a veces sí dan en primera un titular de ciencia,
lo que ocurre es que los titulares de ciencia tardan mucho en construirse, no
todos los día tienes una oveja Dolly, o un accidente en una central nuclear,
o la secuenciación del genoma
Yo no diría que es cuestión
de que la ciencia aparezca en primera página, aunque estoy seguro de que
si miramos en una hemeroteca El País y La Vanguardia del año pasado
encontraremos más de cien titulares de ciencia en primera página.
P. Con todo ¿no tiene la impresión de que a la prensa generalista
se le escapa algunos temas que perfectamente podrían figurar más?
R. Seguro que sí. Al hablar con colegas, como Malén Ruiz de Elvira,
de El País, ves que ella también tiene dificultades. En España,
la referencia periodística de estos temas es esta periodista y otra persona,
por lo que si ella se encuentra en un congreso y la otra está enferma,
una noticia científica se queda sin cubrir o sale en ella una barbaridad,
como la que apareció en El País Semanal hace cinco o seis domingos,
cuando confundieron la denominación astrónomo con astrólogo.
La ciencia interesa a la gente, pero los medios no cubren ese interés
del modo en el que la gente demanda que lo cubra. El último estudio del
Instituto Nacional de Estadística revela que a la gente le interesa mucho
el deporte, y tiene la percepción de que los medios cubren bien el deporte.
Por otro lado, a la gente le interesa mucho la ciencia pero tienen la percepción
de que los medios no cubren bien la ciencia, y, finalmente, a la gente no le interesa
demasiado la política pero tiene la percepción de que los medios
sobrecubren la política. A la gente le interesa más la ciencia que
la política y se sienten frustrados como consumidores de información.
Eso es una realidad. P. El incremento del interés público
por la ciencia se traduce en esa demanda de información, ¿piensa
que también incide en una demanda de mayor inversión en investigación?
R. Pues claro, una cosa lleva a la otra. Eso para mí es cultura democrática.
Si la gente sabe más de ciencia demanda una mejor política científica,
tanto en centros públicos, como universidades y laboratorios del CSIC,
como en centros privados. P. ¿Qué opinión le merecen
iniciativas como este Curso que le ha traído a Murcia? R. Las veo
muy necesarias. Creo que en España no hay más de media docena de
cursos, de masteres, de postgrado o de programas de preparación específica
para la divulgación científica de profesionales de los medios de
comunicación. Sólo conozco masteres y cursos de especialización
en periodismo científico en Salamanca en la Autónoma de Madrid,
en la Pompeu Fabra de Barcelona y, luego, iniciativas como ésta de la Fundación
Seneca, que son interesantísimas y necesarias. Para mí la sorpresa
es que en la Región de Murcia haya una masa crítica de profesionales
de la información que esté interesada en esto. Si la hay en Murcia,
imagínate en comunidades autónomas con mayor cantidad de gente y
de medios. |