José Pardina, director de la revista Muy Interesante. "Hemos conseguido que los científicos confíen en el periodista y salgan del laboratorio" Ginés Soriano

Más que una revista de divulgación científica, Pardina considera que dirige "una revista de ciencia popular". Los datos le dan la razón. Muy Interesante no sólo es la publicación mensual más vendida del país, sino que, tras Pronto y Hola, mantiene el tercer puesto de todas las revistas en general. Pardina ha intervenido en el I Curso de Periodismo Científico para Profesionales de los Medios de Comunicación de la Región de Murcia, organizado por la Fundación Séneca-Agencia Regional de Ciencia y la Tecnología; una iniciativa que considera "muy necesaria", ya que "en España no hay más de media docena de cursos, de masteres, de postgrado o de programas de preparación específica para la divulgación científica de profesionales de los medios de comunicación".
Pregunta. La relación entre el periodista y el científico es, en ocasiones, difícil, hasta el punto de que algunos investigadores ni siquiera aceptan explicar su trabajo a los medios aduciendo que la prensa los malinterpreta.
Respuesta. Actualmente hay muy buenos científicos que saben que contar lo que están haciendo es una parte importantísima de su trabajo. Aunque es normal que, como cualquiera, confíen más en unos medios que en otros. Nosotros [en Muy Interesante] publicamos todos los meses una entrevista con un científico en profundidad, y se quedan encantados, incluso quieren repetir. Hemos conseguido que los científicos salgan no sólo del recelo que tenían ante un periodista, sino de su máscara de seriedad. Sabemos que una entrevista con un personaje que no es del corazón, del rock and roll ni del fútbol es difícil, pero conseguimos que interese; de entrada fotografiándolo de una manera distinta, en plan humorístico, con efectos especiales… y luego con trucos del oficio: un titular que enganche a la gente, haciéndole usar palabras que todo el mundo comprenda, y, por supuesto, sin desvirtuar el fondo y la forma de lo que nos está diciendo. Para ello tenemos profesionales especializados, muchos con dos carreras, y una de ellas no tiene por qué ser la de periodismo.
P. Luego está el periodista de calle, que lo mismo escribe de economía que de política, y de pronto se enfrenta a un científico que le recibe con recelo, actuando como si lo suyo fuese a ser leído exclusivamente por científicos, aunque realmente lo que el entrevistador trata de conseguir es llegar al lector común.
R. Esos son dos temas complejos y distintos. Por un lado está esa especie de leyenda simpática de que un periodista sabe de todo y tiene que escribir de todo, que yo creo que es una forma amable de ver un disparate profesional. Esa idea esconde una falta de medios que es fruto de una falta de interés, porque se piensa que la ciencia no vende. Esto no pasa en los grandes periódicos, donde hay uno y a veces dos periodistas para ciencia.
En cuanto a que el científico sólo habla para científicos es lo que señalo que se está terminando. No te diré que tenemos al científico mediático con una consideración cercana a la estrella de rock, como en Estados Unidos o en Alemania, pero aquí hay gente como Arsuaga [responsable del yacimiento paleontológico de Atapuerca] o [el astrobiólogo] Pérez Mercader, a la que le preocupa tanto lo que hace como contarlo, para que además tenga una repercusión social. Los científicos ya tienen sus revistas de referencia para dirigirse a otros científicos.

P. Actualmente muchos periódicos incluyen alguna página dedicada a la ciencia, incluso varios publican un cuadernillo semanal ¿Podrían estos temas convertirse algún día en otra sección más del periódico convencional, como ocurre con la economía, los sucesos o la política?
R. Ojalá, pero… Mira, el editor de páginas de ciencia del New York Times, que es el diario de referencia en este tema, nos contaba que su suplemento sobre ciencia y tecnología surgió por casualidad. Lo que perseguían era llenar el hueco de un día de la semana en el que no había ningún suplemento que generara publicidad. Dudaban entre dedicarlo a la ciencia o a la moda, y finalmente se decantaron por la ciencia y la tecnología. Lo que ha ocurrido es que está siendo leído, lo que genera publicidad dentro del suplemento y mantiene a la empresa contenta con el resultado. Por eso se ha mantenido.
Si la ciencia vende, la ciencia tendrá un lugar en los medios. Ahora bien, pienso que muchos de nuestros editores o directores son miopes, porque creo que la ciencia, al margen de difundir el conocimiento, también puede generar muchos lectores y producir un interés económico. Lo que hay que hacer es tratar de olfatear lo que la gente quiere y dárselo con calidad, con rigor.

P. En ocasiones se producen novedades científicas de gran calado que, sin embargo, no llegan a la primera plana de los periódicos, como si existiera cierto temor a tratarlas.
R. Supongo que hay un término medio, y ese término medio lo dan los grandes diarios nacionales. La Vanguardia, El País, El Mundo, a veces sí dan en primera un titular de ciencia, lo que ocurre es que los titulares de ciencia tardan mucho en construirse, no todos los día tienes una oveja Dolly, o un accidente en una central nuclear, o la secuenciación del genoma…
Yo no diría que es cuestión de que la ciencia aparezca en primera página, aunque estoy seguro de que si miramos en una hemeroteca El País y La Vanguardia del año pasado encontraremos más de cien titulares de ciencia en primera página.

P. Con todo ¿no tiene la impresión de que a la prensa generalista se le escapa algunos temas que perfectamente podrían figurar más?
R. Seguro que sí. Al hablar con colegas, como Malén Ruiz de Elvira, de El País, ves que ella también tiene dificultades. En España, la referencia periodística de estos temas es esta periodista y otra persona, por lo que si ella se encuentra en un congreso y la otra está enferma, una noticia científica se queda sin cubrir o sale en ella una barbaridad, como la que apareció en El País Semanal hace cinco o seis domingos, cuando confundieron la denominación astrónomo con astrólogo.
La ciencia interesa a la gente, pero los medios no cubren ese interés del modo en el que la gente demanda que lo cubra. El último estudio del Instituto Nacional de Estadística revela que a la gente le interesa mucho el deporte, y tiene la percepción de que los medios cubren bien el deporte. Por otro lado, a la gente le interesa mucho la ciencia pero tienen la percepción de que los medios no cubren bien la ciencia, y, finalmente, a la gente no le interesa demasiado la política pero tiene la percepción de que los medios sobrecubren la política. A la gente le interesa más la ciencia que la política y se sienten frustrados como consumidores de información. Eso es una realidad.

P. El incremento del interés público por la ciencia se traduce en esa demanda de información, ¿piensa que también incide en una demanda de mayor inversión en investigación?
R. Pues claro, una cosa lleva a la otra. Eso para mí es cultura democrática. Si la gente sabe más de ciencia demanda una mejor política científica, tanto en centros públicos, como universidades y laboratorios del CSIC, como en centros privados.
P. ¿Qué opinión le merecen iniciativas como este Curso que le ha traído a Murcia?
R. Las veo muy necesarias. Creo que en España no hay más de media docena de cursos, de masteres, de postgrado o de programas de preparación específica para la divulgación científica de profesionales de los medios de comunicación. Sólo conozco masteres y cursos de especialización en periodismo científico en Salamanca en la Autónoma de Madrid, en la Pompeu Fabra de Barcelona y, luego, iniciativas como ésta de la Fundación Seneca, que son interesantísimas y necesarias. Para mí la sorpresa es que en la Región de Murcia haya una masa crítica de profesionales de la información que esté interesada en esto. Si la hay en Murcia, imagínate en comunidades autónomas con mayor cantidad de gente y de medios.