Desde el tratado de Cennini, pasando por Vasari o Alberti y ya en el siglo XVII en España Carducho y Pacheco, se recomendaba que los jóvenes aprendices debían comenzar su formación dibujando y para ello, debían partir de la copia de modelos, estampas y grabados de los grandes maestros, pero pronto se abrió paso un método con una sistemática más pedagógica como era la cartilla de dibujo.

A partir del siglo XVII, en primer lugar en Italia y Francia, pero muy pronto también en el resto de Europa incluida España, las cartillas se convirtieron en instrumentos imprescindibles para aprender a dibujar en cualquier taller o academia. Su método, consistente en la copia repetitiva de unos modelos con un orden establecido, proporcionaba a los aprendices una gran destreza en el dibujo y liberaba al maestro de la tarea de ofrecer modelos de forma continua a éstos. Las cartillas o cuadernos ofrecían ejemplos prácticos de todas las disciplinas indispensables para alcanzar la maestría y que se encontraban recogidas de forma teórica en los tratados; la simetría, la proporción, la perspectiva, la anatomía, la geometría y la fisiognomía, por lo que conformaban un método pedagógico completo.

Con respecto al ejemplo español, la primera cartilla de dibujo conocida compuesta en España se publicó en fecha más tardía. Pedro de Villafranca y Malagón, que hasta el momento tiene el mérito de haber sido el primer artista español en publicar la primera de ellas, sacó a la luz la Cartilla para aprender a dibujar en 1637.

Para encontrar el segundo ejemplo conocido hay que avanzar hasta 1674, fecha en la que Vicente Salvador Gómez compuso su Cartilla y fundamentales reglas de la pintura, aunque esta cartilla no se llegó a publicar y en la actualidad no conserva todas las hojas. Ya a finales de siglo encontramos los dos últimos ejemplos, en primer lugar los dibujos de José de Ribera y en segundo lugar los Principios para estudiar el nobilísimo arte de la pintura de José García Hidalgo, publicados finalizando el siglo XVII, concretamente en 1693.

El procedimiento de aprendizaje que ofrecían estas cartillas estipulaba que una vez que el aprendiz dominaba perfectamente la realización del dibujo de cada parte del cuerpo humano y completada la formación del aprendiz y alcanzado el nivel de oficial, cualquier artista debía dominar la representación de la figura humana bajo todas sus principios. Es decir, desde el punto de vista anatómico, de la proporción y simetría entre las distintas partes y con respecto al resto del cuerpo y de la expresión que le correspondía, y todo ello además, en todo tipo de actitudes, poses y movimientos, no solo físicos sino también anímicos.

La estancia solicitada, permitirá el acceso a la biblioteca y archivo del Instituto Warburg y a sus recursos electrónicos, para poder localizar las cartillas y cuadernos de dibujos realizados en Europa durante los siglos XVI y XVII, que se conservan hasta la fecha, prestando un especial interés por aquellos que recogiesen ejemplos dedicados a la fisiognomía. Una vez localizados, se estudiarán y se pondrán en relación con las cartillas realizadas en España para poder establecer posibles influencias.

El interés del Instituto por este tema es manifiesto ya que su revista, el Journal of the Warburg and Courtauld Institutes ha aceptado la publicación del artículo "Physiognomy in the drawing book of Vicente Salvador Gómez", tema que fue objeto de una conferencia invitada que impartí en su Seminario de Historia del Arte.