La desigualdad es una cuestión central en las recientes investigaciones de ciencias sociales. Historiadores y economistas analizan el impacto que el progreso económico ha tenido entre las poblaciones de diferentes países y dentro de los países. Las tendencias y los determinantes de la desigualdad desde la Revolución Industrial son algunos de los principales temas abordados por la literatura en los últimos años.

Una de las grandes paradojas ha sido comprobar que, pese a los avances sostenidos en los dos últimos siglos en el ámbito de la salud y la prosperidad económica en general, se advierten brechas entre las diversas clases y/o grupos sociales, entre las regiones de un mismo país y entre países. Con frecuencia, el incremento la riqueza y de los ingresos per cápita ha ido parejo al de la miseria y la malnutrición.

Entre los objetivos de la investigación figuran, de un lado, documentar el proceso histórico del 'gran escape' de la malnutrición y la pobreza (Deaton, 2013), y de otro analizar la desigualdad del estado nutricional en el tiempo, según las condiciones ambientales e institucionales de cada territorio y los diferentes contextos sociales o poblacionales que lo componen.

Entre los mejores registros que informan de ello en el pasado descuellan los indicadores antropométricos y especialmente la estatura adulta por cohortes. Además de la herencia genética, la estatura depende del ambiente vivido en la infancia y la adolescencia. La magnitud de su logro alcanzado en la adultez (entorno de los 18-20 años para el hombre) depende a su vez de la nutrición, del gasto de energía producido por el trabajo y la enfermedad durante el proceso de crecimiento.

Utilizada para evaluar el estado nutricional neto y los niveles de vida biológicos en el pasado, la talla adulta también es un proxy de la desigualdad (Blum 2016). La altura promedio de las poblaciones adultas permite un enfoque interdisciplinar y multidimensional del bienestar humano. Este indicador tiene la ventaja de adentrarse en territorios temporales en los que no existen otras fuentes de datos.

Las poblaciones campesinas y parte de la población rural del pasado eran ajenas a la economía formal y al mercado salarial, y apenas cuentan con información cuantitativa del bienestar. En cambio, disponemos de tallas adultas masculinas, de mayor calidad desde finales del siglo XIX. España y Argentina, y los principales países de América Latina (México, Colombia, Chile, entre otros) cuentan con datos de tallas masculinas.

La investigación a realizar en la UTDT con Ricardo Salvatore, principal especialista en el campo de la historia antropométrica argentina, tiene como finalidad examinar las tendencias del bienestar biológico y la desigualdad nutricional en tres dimensiones: regional, social e individual. Se abordan:

1. las repercusiones que los cambios ambientales, socioeconómicos y políticos-institucionales (urbanización, industrialización y cambios de régimen) tuvieron en la estatura;
2. la dimensión espacial y socioeconómica de la desigualdad nutricional también se cubre con datos de crecimiento infantil;
3. medimos la desigualdad de las tallas mediante la metodología al uso: estadísticos de dispersión, como los coeficientes de variación (CV) y la estatura media de los grupos altos (top 20) y de los grupos más bajos (bottom 20). Se espera encontrar desigualdad persistente pese al crecimiento económico y su disminución con la difusión del estado del bienestar.