Los mercados del agua ayudan a superar la escasez hídrica
El mercado del agua en España se concibe como un instrumento que permite alcanzar una mayor eficiencia del uso hídrico en virtud de la reasignación de recursos mediante la redistribución de unos caudales ya otorgados.
La cuenca del Segura arrastra dos años de sequía, y en general, el sur peninsular, ha sufrido grandes sequías en tres décadas: la de los años hidrológicos 1992 a 1995, del 2005 a 2008 y la actual, que está por mostrar su peor ‘cara’ en este verano.
A ello hay que añadir que la falta de agua se extiende a otras zonas de la Península donde siempre han tenido disponibilidad de recursos, como las cuencas de la mitad norte del país. Así pues, nos encontramos ante un problema global y prioritario sobre el que los poderes públicos tienen la obligación de actuar.
El contrato de cesión y los bancos del agua se pusieron en marcha en 1999 pero de forma muy restrictiva, lo que les restaba agilidad y efectividad práctica. En 2005 se reformó el decreto para agilizar los contratos y que pudieran utilizar las infraestructuras de los trasvases existentes, y esa reforma permitió sortear la sequía de aquel año.
En este ámbito los mercados del agua son herramientas que permiten a la Administración actuar para paliar la situación de escasez, es por esto por lo que el proyecto llevado a cabo por Teresa M.ª Navarro Caballero, del Departamento de Derecho Administrativo de la Universidad de Murcia, "El papel de los mercados del agua en la gestión integrada de los recursos hídricos en las cuencas deficitarias" financiado por Fundación Séneca, analiza estos instrumentos jurídicos para obtener de ellos su máxima capacidad, estudiando sus debilidades y fallos para proponer soluciones.
Por lo tanto, el propósito de este proyecto es impulsar y estudiar a los principales actores implicados en esta situación para conseguir una mayor optimización de los recursos. Así mismo se ha realizado un importante estudio académico por los miembros del proyecto de investigación, exponiendo el impacto económico que los mercados de aguas han generado en las cuencas donde se han desarrollado, y siendo el balance positivo al haber permitido superar la situación de escasez los años en que se pusieron en marcha, en la primera década del siglo XXI.