Lugares habituales donde se bebe o el olor de algunas bebidas son estímulos que atraen la atención de la persona dependiente, perpetúan el consumo y son un factor de riesgo de recaída. La Universidad Complutense de Madrid y el Hospital Universitario 12 de Octubre estiman que la medición del sesgo atencional podría servir para predecir recaídas y a partir de ahí reforzar el seguimiento del paciente.