Portainjertos y plantas parásitas

Las plantas holoparasitarias causan pérdidas significativas de rendimiento y calidad en
cultivos hortícolas importantes y afectan los medios de vida de las personas en muchos
países del mundo, incluida la región mediterránea. Las pérdidas de rendimiento varían de
5% a 100% dependiendo de la susceptibilidad del huésped, el nivel de infestación y las
condiciones ambientales.
Diferentes estrategias se han utilizado para minimizar el impacto negativo de dichas
plantas en los cultivos hortícolas, principalmente el injerto sobre especies silvestres
resistentes. La tecnología del injerto consiste en sustituir la raíz de una planta por la de
otra, el patrón o portainjerto, que le proporciona alguna cualidad (vigor, tolerancia a la
sequía, resistencia a plagas, etc.). Es una alternativa quirúrgica a la mejora vegetal, que
incrementa la supervivencia de los cultivos contra dichas plantas.
El uso del injerto comercial en hortalizas ha aumentado espectacularmente en las últimas
décadas debido a los importantes beneficios que genera, principalmente la resistencia a
enfermedades del suelo. Se está utilizando en sandía, melón, pepino, tomate, pimiento,
berenjena y calabaza, así como en otros cultivos hortícolas a menor escala. Pese a sus
enormes ventajas, la técnica del injerto presenta algunos problemas, como por ejemplo
que requiere de personal cualificado para su realización, que el coste de producción es
elevado y se precisa de tiempo adicional para la selección y crecimiento de la variedad y
del portainjerto, así como de unas condiciones controladas para la cicatrización y el
crecimiento de las plantas injertadas. Sin embargo, estos problemas son mínimos si se
comparan con los beneficios que aporta.